Indispensables del hockey: las máquinas alisadoras de hielo

Cuando suena la bocina y los jugadores se retiran al vestuario entre periodo y periodo, entra en escena una de las protagonistas silenciosas de cada partido: la máquina alisadora de hielo. Para muchos aficionados es solo ese vehículo curioso que recorre la pista, pero detrás hay toda una ciencia que marca la diferencia en el desarrollo del juego.

¿Cómo funciona una alisadora de hielo?

Conocidas popularmente como Zamboni —en honor a la marca que las popularizó—, estas máquinas cumplen varias funciones a la vez. Raspan la superficie para retirar la capa superior dañada, aspiran los restos de hielo y los almacenan en su interior, y finalmente depositan una fina película de agua caliente que, al congelarse rápidamente, crea una nueva superficie lisa y brillante.

El corazón de la máquina es un rodillo con cuchillas de acero que raspa el hielo dañado y lo levanta en finas virutas. Ese hielo triturado, conocido como “snow”, es arrastrado mediante un sinfín y almacenado en un depósito interno. Para completar el trabajo, en la parte trasera existen cepillos que llegan hasta las esquinas y los bordes de la pista, donde más se acumulan irregularidades. Así, nada queda al azar: desde el centro hasta las bandas, todo el hielo queda renovado de forma uniforme.

Una vez retirada la nieve del hielo, entra en juego la “toalla” situada en la parte trasera de la alisadora. Se trata de una ancha banda de tela que distribuye el agua caliente de manera uniforme sobre la pista, rellenando los huecos y marcas dejadas por los patines. Gracias a esta capa fina y homogénea, el hielo se congela de forma pareja y queda con esa textura brillante y rápida que tanto agradecen jugadores y aficionados.

La importancia del agua y la temperatura

No se trata de echar agua sin más. La temperatura es clave: normalmente se utiliza agua entre 60 y 70 ºC. El motivo es que el agua caliente contiene menos aire disuelto, lo que permite formar una capa de hielo más densa y transparente. Si el agua estuviera fría, quedaría un hielo opaco, más blando y con burbujas que afectan al deslizamiento del puck y de los patines.

Además, la cantidad de agua liberada por la alisadora debe ser la justa: demasiada y se formaría una capa gruesa que tarda en congelarse; poca y el hielo seguiría irregular. Los operarios ajustan el flujo según la temperatura ambiental de la pista, la humedad o incluso el estilo de juego esperado.

Un trabajo invisible, pero decisivo

Gracias a este proceso, los jugadores pueden volver al hielo con la seguridad de encontrar una superficie rápida y uniforme, en la que el puck deslice limpio y los patines respondan con precisión. En definitiva, las alisadoras garantizan que el espectáculo del hockey se desarrolle en las mejores condiciones.

Así, la próxima vez que veas esa máquina recorrer la pista entre aplausos o música de fondo, recuerda que no es solo una pausa: es el momento en que se prepara el escenario para la siguiente batalla sobre el hielo.

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